You can't say no to temptation - Kal

No lo había olvidado. No se le había pasado por alto. Claramente se retrasó en el trabajo. Vale, no podía mentirse tanto. Había recordado tarde el aniversario. ¿Ya había pasado un año? Sinceramente no creyó que tanto tiempo pudiese pasar tan rápido. Aunque lo que tenía que hacer rápido ahora era pasar por alguna tienda y comprar algo para compensar el que al despedirse en la mañana no le dijera ni feliz día. ¡Maldición! Había sido un tonto.

Eso pasaba por ocupar su mente en su trabajo tanto.

Quizás debía detenerse y ponerse a pensar en aquel hombre que se había colado a su vida de una forma en la que claramente no creyó posible. Aún le sacaba una sonrisa el primer encuentro que habían tenido. ¿Por qué lo recordó? Porque justó pasó a toda prisa por en frente a la fachada de aquel viejo bar que fue testigo de su primer encuentro.


—No, Barney, no llevaré donas hoy. —Aseguró Clark, sonriendo.
—¿Quién eres y que hiciste con Kent, eh? —Le respondió el anciano.

Tradicionalmente siempre había pasado por allí a comprar una caja de seis roscas y dos cafés, uno descafeinado (para Lois) y uno cargado, para él. No había día que no llevase exactamente eso, hasta ni precisaba pedir la orden, bastaban con verle. ¿Por qué ese día era diferente? Porque su madre estaba en la ciudad e iría con ella a comer algo, así que no precisaba picar nada o seguro le retaría por no comer sano.

Y entonces lo notó.

No que al darse vuelta casi salpicase al hombre al soltar el vaso de café y ensuciar todo el suelo. Cabello violeta, mirada un tanto extraña y un rostro que se le hacía extrañamente familiar... como si lo recordase de algún punto lejano de su vida.

Clark sonrió con amabilidad mientras se disculpaba. Torpeza nata la suya llevando el traje del civil que usaba para ocultar su lado heroico.

—Prometo compensarlo ¿si? Ven al diario local, trabajo allí. Pregunta por Clark. —Indicó antes de alejarse a toda marcha. Ni su madre ni Lois serían amables con la demora.


Y así tan rápido como se había ido al momento de conocerlo, ahora corría para llegar a tiempo con una botella de vino en su mano que congeló con su aliento nada más para que llegase fresca. Se paró unos instantes en la puerta acomodándose la ropa y demás detalles antes de golpear.

Le sonrió al abrir la puerta.

—Feliz aniversario. —Le tendió la botella. —Y no me pongas esa cara, habrán sido treinta segundos de retraso. —Ladeó la sonrisa al entrar. —¿Preparaste la cena tú? —Aventuró.

Clark había descubierto hacía unos meses una envoltura de la tienda de comida en la basura cuando hacía una limpieza y entendió que su... ¿cómo definirlo? Amigonovioamante, por así decirlo, no cocinaba sino que simplemente la compraba hecha. Aunque él guardó su secreto dejandole que el creyera que él creía que la comida la hacía él.

—Huele delicioso. —Le halagó avanzando y notando el perfecto ambiente que había generado.

Una sonrisa se escapó de sus labios. Lo conocía desde hacía demasiado tiempo como para no estar anticipado a ese tipo de comentarios que Enzo soltaba con extrema facilidad. Tenía un don nato para no depender de nadie, ya fuera en cuestiones personales como en autoestima, y era quizás esa una de las características que tanto le había llamado la atención. Se quedó pensando unos momentos en este tipo de situaciones, cotidianas, simples. ¿Las quería seguir teniendo el resto de sus días? Una parte, la que era un simple humano, quería decir que si... pero el héroe que llevaba dentro, el superhéroe que salvaba vidas temía que de darse esto para siempre en algún momento sus enemigos terminarán por llegar a él. ¡Que irónico resultaba ello!

—Eres desesperatemente puntual. ¿Sabes? —Le comentó mientras lo seguía dentro de la casa. —Aún recuerdo la primera semana, me echaste la bronca durante veinte minutos por llegar un minuto tarde a la cena. —Rodó los ojos y rió.

Se acomodó los lentes en su nariz y dejó el bolso con los objetos del trabajo a un costado de la puerta de entrada. Podría llevarlos a la habitación, pero no estaba como para andar haciendo tiempo. No quería tentar a su suerte con la presencia de Enzo y en un momento tal importante como lo era el que estaban celebrando.

—¿Me has escuchado contradecirlo? —Preguntó levantando las manos en señal de tregua. —Eres el hombre más atractivo de la faz de la tierra. ¿Contento? —Bromeó, sonriéndole divertido al tiempo que se dirigía a la mesa que ya estaba lista. La admiró y una sensación extraña dentro suyo se gestó. Quería esto, pero temía que fuera una notoria mala idea. No sabía que hacer. —Vamos. Hueles mejor que la comida. Aunque, no puedo negarlo, te ves mejor de apetecible que la cena. —Le guiñó un ojo sentándose a la mesa dejando al hombre hacer como gustase acomodando las cosas.

Su poder de visión lo usó para ver que sucedía en la cocina y negó con la cabeza al verlo esconder la bolsa que seguramente él al siguiente día tiraría como para que nadie supiese lo que de verdad había sucedido. Se quedó allí esperándole, pretendiendo que no sabía que había pasado. Le miró.

¿Estaba enamorado de él?

¿Lo quería a sabiendas que podía acarrerale problemas el resto de su vida?

¿Confiaría en él para algún momento decirle quién era?

Preguntas que en su mente se quedaron, mientras las reprimía.

—Por lo que nos merecemos. —Dijo sin darle muchas vueltas. No quería extenderse con el brindis, ya lo había dicho el mismo Enzo, era algo anti cursilerías. A veces se encontraban discutiendo, sin peleas, por que Clark era muy atento con algunas cosas a las que el que tenía en frente de sus ojos claramente no le hacían la menor de las gracias. Le sonrió mientras bebía de la copa.

Se quedó ladeando una sonrisa al sentir su beso en la mejilla. Fue algo tierno y que no esperó, claramente le puso de excelente ánimo.

—A estas alturas creería que los besos en la mejilla serían cosa del pasado, ¿sabes? —Le comentó mostrando su perfecta dentadura. —¿Debería robarte un beso de los que espero recibir acaso? —Comentó divertido, mirándole de forma retadora como quién decía “y puedo hacerlo, sabes bien”.

—Piensa que mis labios pueden ponerse celosos. —Comentó al recibir el segundo beso, en la otra mejilla.

Celebrar. Sonaba intresante, como algo nunca antes hecho. Le miró. Manifestó una sonrisa en sus labios cuando pasó su dedo por estos y negó con la cabeza. Asintió a sus palabras mientras se ponía cómodo en la mesa admirando la decoración y demás detalles a tener en cuenta por el mayor. La verdad que estaba viendo a que mencionar luego mientras estuvieran comiendo. Aunque se dejó de ello cuando sus ojos vieron a través de la pared negado con la cabeza. Podría haberse reído pero no quiso que le descubriera. No creía que aquel momento fuera suficiente para poder confesarle algo que solo su mejor amiga de la infancia y su madre sabían.

Aprovechó el tiempo pensando en él. El hombre que lo había acompañado durante demasiado tiempo durante un año. Aquel que había estado en sus momentos de victoria en el periódico, el mismo que lo había visto desmoronarse cuando la situación parecía claramente adversa. ¿Qué era en su vida aquel hombre?

Aunque no llegó a responderse, a sabiendas que sabía que respuesta podía dar una especie de concreta respuesta. Quizás tenía miedo de presionarlo, de hacerle sentir que parecían dos críos de quince años. Sin embargo, verlo allí, trayendo la cena sonriendo, era todo lo que le hacía feliz.

—Muchas gracias. —Le dijo.

Al comienzo de sus palabras, mientras colocaba la servilleta sobre su regazo, le asintió. Dejó lo que estaba haciendo y le miró fijo. Prestando atención a cada palabra mencionada por el hombre. Se quedó sin saber que decir en su mente mientras le iba escuchando. Era la misma cuestión que él se venía debatiendo. Era tomar la decisión de aceptar que eran más que simple amigos a sabiendas de lo que ello podría – así fuera directa o indirectamente – ocasionarle. Mantuvo la sonrisa en el rostro, esa que solo podía dedicarle al hombre que tenía delante.

—Veras... —Comenzó con tranquilidad, no rompiendo el contacto visual, ni siquiera miró la cena. —Creo que ni tú ni yo somos dos críos. ¿Estamos de acuerdo? —Ensanchó la sonrisa mientras dejaba sus manos en su regazo. Quizás no lo eran, pero en su interior se sintió como uno por un momento. —Te quiero, eres importante para mi y quizás es momento de admitir que eres más que solo mi amigo. No sé tú, pero no beso en los labios ni tengo fantasías con mis amigos. —Bromeó no sabía que tan divertido. —Lo que quiero decir es que creo que ambos sabemos lo que nos pasa, lo que sentimos y quizás que es momento de asumirlo. ¿Qué dices, eh? —Aventuró. El trabajar en el diario le daba facilidad de palabras para algunas cosas, aunque no siempre funcionaba. —Tenemos algo serio. De hecho me intresaría que eso fuera. —Se sinceró. —Aunque no nos veo diciéndonos cuchicuchi ni cosito. Me alcanzará con novios si eso te gusta. —Negó con la cabeza tomando los cubiertos, pero sin usarlos. —¿Tú que dices?

Turno de él de hacer sus comentarios.

No supo que fue, pero por un momento tras su seguro discurso, se pensó ¿y si eso no era lo que quería oír? Se quedó quieto, esperando su opinión. Por cada segundo que pasaba sentía que se volvía más tortuoso la espera. Hasta desearía estar peleando a muerte contra alguien que estar allí en ese silencio que apenas iba durando dos segundos.